Miradas al mundo circundante
Haikus en la quinta sesión del tercer taller de creación literaria
Alejandro Sánchez Molina (1º H)
Raymond Queneau sacó en 1961 un libro mítico, Cien mil millones de poemas. La gracia de esta obra era una recopilación de diez sonetos escogidos de manera que se pudiesen mezclar guardando las licencias de rima y ritmo junto a coherencia, todo ello a través de un libro formado por páginas recortadas por los versos con el fin de lograrlo.
En la quinta sesión de Carpe Litteram, José Luis, quien nos llena las tardes de creatividad con dulces e ideas como la que presentaba este libro: crear una recopilación de haikus entre todos los que formamos parte del taller del mismo modo que hizo Queneau.
Pero para poder crear un haiku, hay que saber observar. Para hacernos una idea, un haiku es un poemita de origen japonés sin título y formado por tres versos y diecisiete sílabas en total, distribuidas en tres versos libres de la siguiente manera: 5-,7-,5-. El haiku no es un género que deba estar cargado de figuras retóricas (su extensión no lo permite), pero debe hacer que el lector piense, reflexione y lo saboree. Dado su origen y la filosofía que lo rodea (la influencia del budismo y el sintoísmo), los temas del haiku se basan en la naturaleza y son, por lo tanto, fruto de la observación. Es por todo ello, que podríamos decir que es este un género "pequeño pero matón", y que realizar uno de estos poemas que goce de calidad es una tarea sumamente difícil.
Aceptamos el reto. Y con valor y gafas de observador del mundo empezamos a escribir. Yo pensé en haikus que había leído alguna vez y en los que nos había enseñado José Luis como ejemplo, y de repente, nada. Para mí, un haiku es una oportunidad de cambiarme de cultura. En mi opinión, un haiku, es, más que difícil de leer, difícil de entender dado que es originario de una cultura tan diferente a la nuestra. José Luis se paseaba por las mesas revisando las creaciones o aportando sus ideas, siempre con su tono sereno y amigable. Yo estaba sentado al lado de Marta, que ya había tenido su "epifanía literiaria".
Como el haiku es producto de la observación me tomé unos minutos para mirar por la ventana. y del mismo modo que Marta, tuve yo también dos de esas epifanías. Vi el invierno en el tronco del árbol que quedaba justo en frente de esa miradita que eché, y conseguí crear, desde mi perspectiva (que es lo que ofrece el haiku en gran parte), dos poemitas:
Con mantón
blanco
levantarán
mis ramas
sombrillas
negras.
Viento de azul,
se ha muerto en mis brazos
la primavera.
Alejandro Sánchez Molina
Alejandro Sánchez Molina
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